FRANCESCO RODELLA | Tungsteno
Desde hace casi dos meses arde en California un incendio que ha tomado las dimensiones de un “gigafuego”. Ya ha quemado más de un millón de acres (unas 400.000 hectáreas) y se le considera el peor en la historia de este estado. No es el único: toda la Costa Oeste de Estados Unidos y zonas de Rusia, Brasil, Australia o Indonesia han vivido este año incendios devastadores. Ante temporadas de este tipo, que se repiten cada vez con mayor capacidad destructiva por efecto del cambio climático, los responsables de emergencias buscan el respaldo de la tecnología para responder a unas catástrofes que desbordan las capacidades humanas. Satélites, programas de análisis de datos masivos y nuevas máquinas especializadas ofrecen algunas de estas ayudas necesarias.
Justamente California es uno de los sitios donde se están dando pasos decididos para encontrar nuevas soluciones a la hora de encarar fuegos que se presentan más intensos, más frecuentes y con mayor rapidez de propagación que en el pasado. Los períodos de sequía prolongados, la falta de lluvias y las olas de calor frecuentes actúan como aceleradores de incendios, ante los que los especialistas se encuentran a menudo indefensos.
Los sistemas de simulación permiten conocer el comportamiento de los incendios en tiempo real, facilitando la toma de decisiones y el establecimiento de prioridades. Crédito: Howe and Howe Technologies.
Simulaciones en tiempo real para frenar las llamas
Aquí es donde tienen una función crítica los simuladores de datos y los modelos predictivos. Un ejemplo de ello es el software de simulación y predicción que el Departamento Forestal y de Protección contra Incendios del estado californiano (Calfire) ha adoptado en el último año. Este programa es capaz de integrar datos de distintas fuentes y generar tanto proyecciones de cómo se pueden desarrollar los incendios una vez empiezan, como indicaciones sobre dónde es más probable que se produzcan nuevos focos en las siguientes horas y cuál será su impacto potencial.
Gracias a esta información, mucho más detallada y rápida de extraer que la que estaba al alcance de las autoridades anteriormente, los responsables de dar respuesta a las emergencias tienen un nuevo apoyo a la hora de tomar decisiones claves. Pueden así establecer prioridades, determinar la distribución de equipos humanos y materiales, y diseñar los planes de evacuación. Así lo aseguran sus creadores, la empresa española Tecnosylva, con sede también en Estados Unidos.
Joaquín Ramírez, presidente de la compañía y docente en la Universidad de León, explica que los datos combinados en estas simulaciones proceden de decenas de miles de estaciones meteorológicas, de satélites de defensa estadounidenses y de cámaras específicas de incendios, entre otros. Toda esta información se procesa gracias al aprendizaje automático. No obstante, Ramírez considera que el proceso de integración de este programa en los métodos operacionales de Calfire llevará tiempo. “La tecnología tienes que crearla, probarla, implementarla, soportarla y hacer crecer a los usuarios en su uso”, afirma.
Este tipo de sistemas permiten no solo recrear operaciones de ataque contra los incendios, sino también, por ejemplo, el manejo de helicópteros en vuelos simulados, la coordinación de medios aéreos y la dirección técnica en posibles situaciones que pueden darse en emergencias reales. El de Calfire ya se ha podido poner a prueba en la realidad por parte del equipo. El jefe de unidad John Heggie, por ejemplo, dijo al Wall Street Journal que con su ayuda se pudieron salvar de las llamas muchas casas en una localidad de la bahía de San Francisco. El mismo sistema ya se ha implementado también en varios estados y empresas de ese país, así como en algunas comunidades autónomas españolas (por ejemplo Andalucía) y otras áreas de Europa.
Datos masivos, satélites, sistemas de simulación virtual y robots avanzados se convierten en la nueva línea de defensa para anticiparse y frenar grandes incendios. Crédito: Vallfirest.
Robótica para intervenciones complejas
La robótica, combinada con el 5G o la Inteligencia Artificial, también ha abierto nuevas posibilidades para luchar contra estos grandes fuegos. Los sistemas robóticos de extinción de incendios no solo ayudan a extinguirlos sino que también pueden sustituir a los bomberos en los entornos más hostiles. Gracias a cámaras térmicas e infrarrojas, así como sensores a bordo de estos vehículos no tripulados, los especialistas pueden detectar fugas de gas, productos químicos e incluso ver a través del humo sin exponerse a peligro. Estos dispositivos pueden incluso disponer de sistemas de dosificación de espuma y, en su versiones más complejas, llegar a zonas de difícil acceso o con peligro de derrumbe. Así se hacen posibles intervenciones que son muy difíciles de conseguir con los medios tradicionales; además, se limitan los riesgos y el desgaste para el personal de emergencia.
La empresa española Vallfirest, por ejemplo, ha apostado por estos productos de mayor complejidad tecnológica. Tras Gorgui, una herramienta que incorpora en una pieza tres utensilios manuales utilizados para crear líneas de defensa en los incendios, ha lanzado Dronster, un robot desbrozador que se controla en remoto. Esta máquina permite transportar equipamiento, cuenta con geolocalización integrada para su seguimiento en tiempo real y puede recoger y enviar datos de interés como la humedad y la temperatura. Según Javier Baena, CEO de la compañía, puede moverse con más agilidad en los bosques en llamas que los tradicionales bulldozers para generar cortafuegos; también gracias a que es transportable con helicóptero, igual que su otro robot Heliskid, un depósito de agua flexible helitransportable con una motobomba integrada.
Tanto Ramírez como Baena creen que el hecho de que empresas españolas hayan logrado conquistar confianza internacional en este ámbito no es un caso aislado. El primero destaca que España cuenta con una comunidad activa en el campo de los incendios forestales muy potente y formada por organizaciones más jóvenes y más abiertas a cambios que en países como Estados Unidos, pese a que este cuenta con una gran capacidad tecnológica. El segundo pone el acento también en que la normativa europea evoluciona más rápido y exige a los fabricantes mayor capacidad de actualización.
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