Ana Karina Boltes Espínola es una de las miles de mujeres que mañana celebrará un día que quizás no debiera celebrarse, el Día de la Mujer Ingeniera.
Y es que esta profesión ha sido tradicionalmente masculina, en su opinión, aunque afortunadamente, según Ana Karina, “las cosas están cambiando, y ya se ven muchas mujeres”.
Ana Karina Boltes es directora del departamento de Química Analítica, Química Física e Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá e investigadora y miembro del grupo Bioe.
A principios de los años 90, no se podía estudiar en España ingeniería química. Por ello, Karina lo estudió en su país natal, Paraguay, aunque al terminar se vino a España a hacer su tesis doctoral en un país en el que no existía la ingeniería química como grado. “Mi título oficial tuve que convalidarlo con la Licenciatura en Química”, explica.
“Inicié mi tesis doctoral en la Universidad de Alcalá cuando llegué en 1995. Me interesaba todo lo relacionado con el tratamiento de aguas residuales. Fue difícil porque no había ingenieros químicos, y porque había muy pocas mujeres, sobre todo en puestos directivos”, explica Karina.
Boltes es mujer, profesora, investigadora y gestora, tiene dos hijos, muchas tareas que realiza con pasión porque, según ella, “le encanta su trabajo y ha luchado mucho por conseguirlo”. “La ingeniería llama más a los hombres, tengo dos hijos, una hija y un hijo, y él siempre ha tenido claro que quería hacer una ingeniería, mi hija no”, subraya.
“Para que las mujeres puedan acceder a puestos directivos es importante entender que tenemos otras necesidades, otro ritmo de vida, nos gusta estar en casa, con nuestros hijos, queremos que se comprenda que todo el mundo quiere estar contento en su trabajo tanto profesional como personalmente. Necesitamos flexibilidad en nuestro horario, pero no en nuestras obligaciones. En la universidad, afortunadamente, tenemos mucha más flexibilidad”, explica.
En contra de las cuotas
Respecto a la política de cuotas, le parece un sistema “un poco ofensivo. Creo que no es el camino adecuado, aunque quizás no haya otro. Se tiene que entender que las mujeres damos una visión complementaria, muy necesaria, hacemos otro tipo de análisis de las situaciones para llegar a soluciones. No me gusta que haya un número porque lo dice la ley, sino porque la gente tome conciencia de que esto es beneficioso, es algo natural”, explica Boltes.
“En Latinoamérica es mucho más difícil que aquí, tengo compañeras que les ha costado mucho más, muchas compañeras de la universidad han empezado a trabajar antes, pero no en su formación, han hecho otras cosas, han reorientado su trayectoria profesional, algunas son empresarias y no trabajan en la ingeniería que han estudiado”, explica Boltes.
METland ® instalado en IMDEA Agua que depura las aguas del centro de investigación.
“Todavía no creo que hayamos roto el techo de cristal, pero se nota mayor presencia, hay más alumnas en las carreras técnicas y científicas. Cuando más vas hacía arriba, a puestos directivos, es más difícil, pero ya se nota”.
En cualquier caso, Ana Karina Boltes es optimista en este sentido. Ahora hay muchas más chicas. “Yo lo noto en los master que imparto, vienen más estudiantes y más presencia femenina con cargos de responsabilidad en empresas colaboradoras” . A la profesora de la Universidad de Alcalá le gusta mucho el contacto con los alumnos y dirigir trabajos.
Investigadora en el Grupo Bioe
Pero, además, trabaja como investigadora en el Grupo Bioe, integrado por profesores de la Universidad de Alcalá y por investigadores de IMDEA Agua. Dirigido por Abraham Esteve Núñez, es un grupo multidisciplinar (bioquímicos, ingenieros, biólogos, químicos, ambientalistas) enfocado a las tecnologías electroquímicas microbianas (MET) y sus aplicaciones para el tratamiento de aguas residuales, la descontaminación de suelos y aguas subterráneas o el desarrollo de biosensores.
Estas tecnologías se basan en el metabolismo de las bacterias electroactivas, que degradan la materia orgánica al tiempo que generan una corriente eléctrica. El equipo ya ha desarrollado la tecnología METland®, un tratamiento de aguas residuales urbanas en pequeñas comunidades sin aporte externo de energía, al tiempo que se obtiene agua libre de patógenos apropiada para el riego.
Es un híbrido entre el concepto de humedales construidos, no naturales, y la electroquímica microbiana (MET). Estos sistemas son adecuados para pequeñas poblaciones: para un camping, un hotel, universidades, y son muy estéticos.. “Es un sistema muy poco agresivo que se integra bien en el paisaje, requiere poco mantenimiento. El año pasado quedamos segundos en un importante premio europeo de biotecnología”, explica la investigadora.